lunes, 27 de marzo de 2017

LA MONJA BLANCA

Su historia como flor nacional de Guatemala empieza a finales de 1933, en una exposición internacional de flores realizada en Miami, Florida, Estados Unidos.
La historia señala que fue la presidenta de esa actividad, Letitia Southerland, quien al terminar su exposición decidió enviar una carta al entonces presidente de Guatemala, Jorge Ubico.
En el escrito le agradeció haber ordenado que se le fueran enviadas un grupo de orquídeas nativas.
Southerland sabía que Guatemala no contaba con una flor nacional, entonces sugirió que fuera la Lykcaste Virginalis Alba o Skinnery alba -la Monja Blanca- la que tomara ese lugar.
Southerland creía que la Monja Blanca era la flor que destacaba entre todas, por su belleza.
Al llegar a Guatemala la sugerencia fue remitida a los trabajadores del Gobierno. Y al día siguiente fue publicado un Acuerdo Gubernativo en 1934, donde Ubico establecía que la Monja Blanca, que crece en los bosques de Alta Verapaz, era la Flor Nacional.

En 1840, es el botánico Jean Jules Linden quien da a conocer a nivel mundial esta orquídea. Se dice que él fue quien la llamó Lycaste, en honor de la hija de Príamo y hermana de Héctor y Paris, personajes de La Ilíada de Homero.

Singular belleza

Su nombre común se debe a que en el centro de la flor, un pequeño tallo semeja una monja que está rezando, y al ser blanco su color, fue bautizada como Monja Blanca.
Su nombre científico es Lykaste Skinneri Alba, llamada monja blanca desde los primeros años de la conquista española. Pertenece a la clase monocotiledonea familia de las orquideáceas. En 1843 se le dio el nombre de Lycaste por su original belleza, nombre de la hija de Priamo, rey de Troya loado por Homero y Virgilio.
Los mayas q’eqchi´, de Cobán la llaman Sak Ijix, mientras otros grupos étnicos conservan hermosas leyendas de su original encanto y la consideran una princesa que por su belleza fue convertida en flor.
Aunque su número se ha reducido por la destrucción de su hábitat natural, la monja blanca se encuentra entre musgos o helechos polipodium en Alta Verapaz, montes de los Cuhumatanes y serranías de Izabal y Quiché.
El botánico Ulises Rojas la describió como una planta que “crece erguida de 15 a 18 centímetros. Puede durar mucho tiempo sin marchitarse. Tanto los sépalos -pétalos del cáliz-, como los pétalos y labelo –pétalo mayor-, carecen de pigmentación y presentan un blanco purísimo.

En peligro de extinción

El símbolo patrio, Monja Blanca, ha desaparecido de su hábitat natural, debido a la deforestación, según el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap). Y hoy, estos ejemplares solo pueden encontrarse en colecciones privadas.
El riesgo de que la Monja Blanca sea extinta lleva años. Por eso el presidente Juan José Arévalo (1945-1951), emitió un Acuerdo Gubernativo en 1947 donde prohibía la libre colecta y exportación de la planta, sus bulbos y flores.
La Monja Blanca fue incluida en la organización de Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres.
La Monja Blanca sobre sale entre otras orquídeas debido a que sus pétalos como sépalos carecen de pigmentación, de ahí su color blanco, como de cera, explica el historiador Horacio Cabezas.

Otra causa de su destrucción es el aumento de áreas de cultivo, pastizales o viviendas en los bosques nubosos donde crece la especie.

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